Las siguientes historias ilustran la forma en que las personas y las instituciones se enfrentan habitualmente a los problemas complejos y las consecuencias no deseadas que dicho comportamiento provocan: a menudo, los problemas se agravan y se consolidan, generando impotencia y frustración. Las historias resaltan la tendencia a «desplazar» los problemas, a redoblar esfuerzos sin abordar las causas fundamentales, a buscar soluciones simples a problemas complejos y la importancia de integrar la razón y la intuición.
- En la primera historia, un mercader de alfombras vió que su alfombra más bella tenía un bulto en el centro. Se plantó sobre el bulto para achatarlo, y lo consiguió. Pero el bulto reapareció en otra parte. Saltó de nuevo sobre él, y desapareció momentáneamente para reaparecer en otra parte. El mercader saltó una y otra vez, restregando y estropeando la alfombra en su frustración; hasta que al final alzó una esquina de la alfombra y vió salir una malhumorada serpiente.
Esta historia ilustra una de las formas más frecuentes de abordar los problemas complejos, que consiste en “desplazarlos”, en el tiempo o en el espacio, a otras partes del sistema, de manera que, con frecuencia, los problemas de hoy derivan de “soluciones” del pasado, adoptadas a menudo por otras personas (la lista de espera que se dispara unos años después de «recortar las inversiones» en personal o tecnología diagnóstica, …etc)
2. En Rebelión en la Granja, de G. Orwell, el caballo Boxer siempre tenía la misma respuesta a cualquier dificultad: «Trabajaré con mayor empeño». Al principio, su bien intencionada diligencia inspiraba a todos, pero gradualmente su empeño comenzó a tener efectos sutiles y contraproducentes. Cuanto más trabajaba, más trabajo había. Boxer ignoraba que los cerdos que manejaban la granja los estaban manipulando para su propio provecho. La diligencia de Boxer ayudaba a impedir que los demás animales vieran lo que hacían los cerdos.
Esta historia pone de manifiesto otra de las reacciones frecuentes: la de redoblar los esfuerzos iniciales, presionando en la misma dirección (ya sea activa o pasivamente), lo cual es valorado positivamente. Se trata de la realimentación compensadora: las intervenciones bien intencionadas que generan respuestas del sistema anulando los efectos de la intervención (algunas medidas relacionadas con la asignación de incentivos al personal, no vinculadas exclusivamente con el cumplimiento de objetivos, podrían caer en esta respuesta al provocar reacciones que reivindican nuevos incentivos). Todos conocemos la sensación de enfrentar la realimentación compensadora: cuando más presionamos, más presiona el sistema; cuando más esfuerzo realizamos para mejorar las cosas, más esfuerzo se requiere. El hecho es que, en ocasiones, este mismo comportamiento está contribuyendo a crear mayores obstáculos, dado que impide ver con claridad la causa del problema.
3.En una versión moderna de una antigua historia sufí, un viandante encuentra a un borracho gateando bajo un farol callejero. Le ofrece ayuda y averigua que el borracho está buscando las llaves de la casa. Al cabo de unos minutos pregunta: «Dónde se le cayeron» El borracho responde que se le cayeron frente a la puerta: «¿Entonces por qué las busca aquí?», pregunta el viandante. «Porque junto a mi puerta no hay luz», responde el borracho.
El cuento hace referencia al hecho frecuente de recurrir a soluciones conocidas y simples, frente a problemas complejos, sin reparar que, si fuera así, ya se habría solucionado el problema inicial. Si actuamos bajo el «efecto farola», los conocimientos adquiridos o las decisiones tomadas, puede que estén iluminadas pero con frecuencia no serán las decisiones o los conocimientos que más necesitamos o los más adecuados. Lo cual nos lleva a explorar y analizar las causas de los problemas complejos antes de adoptar una solución, que por lo general no será la más obvia (y si lo es, habitualmente no está en la zona iluminada, sino en la oscuridad)
La última de las historias hace referencia al dominio personal, caracterizado por integrar la razón y la intuición, en contra de la opinión frecuente, según la cual ambos aspectos se oponen.
Es muy posible que, si has llegado hasta aquí, se te hayan ocurrido ejemplos de tu propia organización.
- pensemos en decisiones organizativas adoptadas en el pasado, que se mantienen en el tiempo generando nuevos problemas;
- herramientas de gestión (como la Dirección por Objetivos, por ejemplo) que no han alcanzado los resultados esperados, y que parecen seguir el camino del caballo Boxer;
- o algunas medidas adoptadas frente a problemas complejos, como los problemas de coordinación entre primaria y el Hospital, que insisten en medidas conocidas, como el borracho que busca las llaves.